El nacionalismo escocés honra a una Reina que no les apoyó
Eterna Majestad: Escocia despide a su Reina
La ministra principal de Escocia, que quiere convocar otra consulta independentista, aseguró que su país ha perdido a una importante servidora

Jeane estaba en pie mirando, tras la valla metálica que habían plantado frente a la puerta del Palacio de Holyroodhouse, como si fuese un horizonte. Quedaba mucho tiempo para que el cortejo con el féretro de Isabel II descendiese la Milla Real de Edimburgo. La rodeaban ofrendas de flores y mensajes afectuosos a la Reina fallecida.
Estaba en casa, su hija estaba enferma, cuando se divulgó, el pasado jueves, la preocupación de los médicos por la salud de la soberana y ella creyó que sería algo pasajero. Había notado en los últimos meses y semanas que la Reina había envejecido, pero la voz era aún fuerte. Cuando se anunció el fallecimiento, se echó a llorar.
«Fue una conmoción, una gran conmoción», decía Jeane. «Tuvo una buena vida, eso sí». No identifica grandes logros de Isabel II, porque no ha seguido a la realeza, salvo cuando aparecía en televisión, pero señalaba la reacción en el resto del mundo. «Era una buena persona», decía. «Una gran persona».
Jeane trabajó en un establecimiento con gimnasio y juegos y declara que se siente en forma a sus 76 años, añadiendo que su marido murió hace cuatro, que tuvieron dos hijos, que ahora camina por Edimburgo y otros lugares de Escocia. Una buena vida también, porque no siente envidia de la riqueza de la Familia Real ni de nadie.
La quietud solitaria de Jeane, que creía que no iba a quedarse, con su familia, hasta la llegada del cortejo, tenía hondura, pero también entre quienes comenzaban a aglomerarse en torno al palacio había calma y silencio. Infinidad de ramos con rosas, girasoles, delias,... se desplegaban junto a verjas o en torno a árboles del jardín que bordea los muros de la casa. Un policía saludaba a los tres hijos de una pareja de rumanos que llevaban ramos de rosas rojas.
Toque español
Las ofrendas florales se acompañaban de dibujos de niños, de fotos de la reina con su marido, Felipe de Edimburgo, con estampas de mariposas y mensajes de agradecimiento. Algunos eran más elaborados: «Reina de los escoceses, abuela de todos nosotros, te echaremos siempre de menos. Como todo arcoiris que colorea el cielo, eras única«.
El Parlamento escocés fue diseñado por el español Enric Miralles, fallecido antes de su construcción, frente a Holyroodhouse. Tuvo la idea de conectar la falda del Asiento de Arturo, una montaña de 200 metros que es la más alta de la ciudad, con su edificio, como signo de que la forma política parlamentaria nacería de la naturaleza.
Desde el canal superior de la estructura de hormigón y jardinería que ideó Miralles para hacer esa conexión observaban la escena general Moira y David, ambos en su cincuentena, ella bancaria (banquera, según dicen los anglosajones) y él jubilado. Lo que decía David sobre la muerte de Isabel II tenía un eco con la postura y las palabras de Jeane.
Su madre tiene 85 años y ha quedado consternada tras la muerte de la Reina. David cree que para esa generación, en la que también se puede incluir a Jeane, es el fin de su tiempo. «Les parecía que iba a vivir siempre«, dice. La pareja estaba paseando por la milla real, observando lo que ocurría en su ciudad. A Moira le sorprende que su marido diga que se sintió muy emocionado cuando se anunció el fallecimiento.
Independencias
Ambos creen que Carlos será un buen Rey, un Rey similar a su madre, «porque la Monarquia hace lo mismo siempre». Y consideran positivo para su deseo de preservar la unión de todo el Reino que los independentistas escoceses abogasen en el referéndum de 2014 por el mantenimiento de la Monarquía en una Escocia independiente, y lo aboguen también ahora.
La ministra principal del Gobierno escocés, Nicola Surgeon, que quiere convocar una nueva consulta en 2023, ha emitido un mensaje a sus conciudadanos con expresiones calurosas sobre la monarca fallecida: «La muerte de Su Majestad en Balmoral significa que Escocia ha perdido a una de sus más dedicadas y queridas sirvientas. El lamento que hemos visto en el mundo ha sido profundo y muy emocionante».
Isabel II no parecía sin embargo imparcial soobre la independencia. Subrayó los beneficios de la unión en un discurso, en 1977, cuando el Partido Laborista promovió la organización de un referéndum sobre la autonomía. La propuesta fue derrotada porque la condición del cambio fue que al menos el 40% de los censados votase por la restauración del Parlamento.
La autonomía fue restaurada en 1997, por iniciativa del Gobierno de Tony Blair, con una gran mayoría en Londres y en Edimburgo. La Reina volvió a intervenir en 2014. Seis días antes del voto, se acercó a la gente que esperaba su salida de la pequeña iglesia parroquial de Balmoral y, ante las cámara de la BBC, les dijo que tenían que «pensar cuidadosamente sobre el futuro».
Se interpretó que era un mensaje favorable a la campaña del no a la independencia. Y que la Reina había respondido a la petición del primer ministro, David Cameron, preocupado por la posibilidad de una derrota. El propio Cameron alardeó tras la victoria que, cuando le notificó el resultado, se podían detectar en el teléfono su felicidad. La Monarca se habría enfadado con el primer ministro por quebrar la confiidencialidad de las conversaciones con la soberana.
Fes diversas
La parroquia de la Reina cuando residía en el Palacio de Holyrood era la Canongate Kirk. Es una pequeña iglesia, de paredes blancas, cristaleras simples, bancos de color azul y enseñas militares. La primera fila estaba reservada a los habitantes del palacio, con una corona esculpida en madera en el borde del respaldo. Lo feligreses depositaron este domingo en el asiento de la Feina un centro de pequeñas rosas blancas, fresias y unas hojas verdes de una planta que los escoceses conocen como 'oreja de cordero'.
Es una parroquia de la Iglesia de Escocia, presbiteriana, cuyos derechos de independencia -entre ellos que el monarca no les gobierne como hace con la Iglesia de Inglaterra- fueron objeto de una promesa de protección por Carlos III, en la ceremonia de su accesión. Pero a esa Iglesia acudía la Reina cuando estaba en Edimburgo.
Muy cerca, una sala de la Iglesia Agustina Unida. Estas 'bajas iglesias' con estructuras que a menudo no van mucho más allá que la comunidad local de feligreses no se ven afectadas por el cambio de Rey. «Carlos es ahora el Rey, pero nuestro Rey es Dios«, decía un hombre que reparaba un cartel en la puerta. »Está dicho: 'Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios'«.
Tras el largo recorrido desde Balmoral, en el que el cortejo fue saludado por el público con la sobriedad luctuosa típica de estas jornadas, el féretro de Isabel II decendió por la Milla Real con las aceras abarrotadas presentando su reconocimientoi con el mismo pesar contenido, de pocas lágrimas, en un día gris.
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Una pareja de jóvenes franceses, osteópatas, Axel y Armande, se desviaron de su viaje para asistir a lo que calificaban como un evento de la Historia. Ella calificaba como «magnífica, impresionante» la trayectoria de Isabel II, pero hubiese rechazado a sus 25 años el empleo de monarca. Él explicaba que no podía entender «cómo puede haber tanto amor por alguien que no gobierna el país».
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