Feria de Abril
El Juli, preciso como un reloj
El torero madrileño corta tres orejas y abre su séptima Puerta del Príncipe con una buena corrida de Garcigrande en tarde de gran expectación

Con toros muy manejables de Garcigrande, su ganadería predilecta, El Juli corta tres orejas y abre la Puerta del Príncipe: si no me equivoco, es la séptima vez, incluida la que no disfrutó, por ir herido. Ha tenido una tarde muy completa, dentro de su ... estilo. Manzanares, con faenas desiguales, corta un generoso trofeo. Pablo Aguado sólo muestra detalles sueltos de su buen estilo.
Vuelven las figuras, cartel de 'No hay billetes', bulla tremenda en la calle Iris y en la Puerta del Príncipe; chaparrón fuerte al comienzo, como otra tardes, que pronto pasa. A pesar de los chubasqueros, ambiente de gran fiesta social.
Tres Puertas del Príncipe ya, de toreros de a pie: Daniel Luque, Tomás Rufo y El Juli. (Además del rejoneador Guillermo Hermoso de Mendoza). Hace mucho que no pasaba algo parecido y es bueno para la Fiesta, por supuesto, pero también es cierto que el nivel de esta Plaza de los Toros parece estar bajando, como tantas cosas, en esta España de Pedro Sánchez. Lo veo en todas las Plazas, por supuesto, pero también en Sevilla, y eso me apena especialmente.
A su gran técnica, añade El Juli un carácter luchador que es privilegio de muchas grandes figuras. Esta tarde, con el mejor lote, despliega su mejor versión. El primer toro sale suelto (como harán también sus hermanos). Anecdóticamente, se asoma por encima del burladero y deja su baba en lo alto. Parece un mansito, algo flojo, pero Julián lleva la lidia con la precisión de un reloj: nada que sobre, nada que falte, todo tiene un sentido, para mejorar las condiciones del toro, que va a más. Y, además, lo muestra al público, para que valoren lo que está haciendo. Lo lleva al centro del ruedo y, allí, al bajarle la mano, muestra la res su fondo de gran nobleza y obediencia. Los naturales son relajadísimos, como si estuviera en el patio de su casa; el de pecho, llevándolo muy toreado, magnífico. ¡Lástima que el público aplauda más los efectistas circulares! Lo ha cuajado por completo. Aunque la estocada queda trasera (con ese salto, es normal), corta las dos orejas - algo muy raro, en esta Plaza, en el primer toro - y deja ya entreabierta la Puerta del Príncipe. Para redondearlo todo, sale el sol y disfrutamos con el brillo deslumbrante del albero.
En el cuarto, también suelto, lo va metiendo poco a poco. mostrando al público la necesidad de la lidia. El toro acude de lejos al caballo de Barroso, que agarra un buen puyazo, y embiste alegre, en banderillas. El comienzo de faena, sin una duda, es impecable: buenos ayudados por bajo, con la pierna flexionada. Aunque el toro embiste desigual, El Juli, muy en corto, le va sacando todo lo que quiere, con la Plaza ya rendida. A la segunda, agarra una estocada de rápido efecto: justa oreja y salida por la Puerta del Príncipe.
Manzanares posee una innata elegancia y solemnidad que, en Sevilla, encuentran amplio eco. Quedó a medias con los toros de Jandilla que le correspondieron: uno flojo y otro, bravo, pero esa tarde falló su casi infalible espada. El segundo toro se da una vuelta de campana y flaquea. Se lucen Duarte, en la lidia, y Mambrú, con los palos. Intenta José María que no le tropiece los engaños pero le cuesta acoplarse. Sólo al final logra una serie rematada por completo. Sorprende al público al fallar con la espada: hay rachas...
El quinto es incierto, espera, también se da un vuelta de campana. Duarte se asoma al balcón, en banderillas, con mérito. El toro sigue siendo poco claro; cuando José María se mete en su terreno, responde mejor. El público jalea algunos derechazos solemnes pero la faena ha tenido picos, sólo al final ha sonado la música. Mata entrando muy rápido pero la espada no queda en lo alto. Aún así, se concede una oreja que me parece generosa.
El mayor foco de atención de la tarde ilumina a Pablo Aguado, que ya lidió la muy deslucida corrida de Juan Pedro, el Domingo de Resurrección. Tengo amigos sevillanos que le siguen, con fervor, de Plaza en Plaza. Él y Ortega han puesto de moda de nuevo la estética clásica sevillana, que tanto echábamos de menos: Pepe Luis, Pepín, Curro, Manolo Vázquez... Mi incógnita es muy clara: con el toro bueno, sabe torear muy bien pero, ¿es capaz de superar las dificultades de un toro difícil? (Lo mismo digo de Juan Ortega). De eso depende que sea un hermoso verso suelto o que logre ser uno de los mandones del toreo.
Después de verlo, esta tarde, en su Plaza, mi duda permanece. En el tercero, de salida, dibuja bonitas verónicas pero el toro se va porque el matador no lo sujeta. Sufre un desarme al llevarlo al caballo y queda al descubierto. En la faena de muleta, se sale muy pronto con un molinete. El animal protesta, va a su aire, acaba rajándose. No lo ha dominado. A toro arrancado, deja media perpendicular.
En el último, levantan un clamor los lances de salida, con naturalidad y sencillez, dentro de un estilo muy personal. Clava banderillas muy bien Iván García, como todas las tardes, ganándole la cara al toro. Éste parece que va a servir, se abre un poco, la gente se ilusiona: traza Pablo algunos muletazos con clase pero, de nuevo, no lo sujeta y el toro se va. Alternan los naturales pulcros con los enganchados. En tablas, deja sólo un pinchazo, que basta.
Ha tenido una gran tarde El Juli, plena de madurez. ¡Cómo hubiera disfrutado Juanito Bienvenida, su gran partidario, desde el comienzo de su carrera! Su precisión iguala la del mejor cronómetro. (Espero que tenga igual precisión Benzema, frente al Manchester, por la noche). Y nos repite una lección absolutamente indiscutible: sin lidia, sin mando, la estética, por muy atractiva que sea, queda coja.
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